Una fachada verde y azul, una cocina, dos oficinas, una sala de peluquería, otra de computación, un oratorio y un patio lleno de juegos, conforman la sede de Betania Acoge, fundación creada por Patricia Beltrán (59) para ayudar a mujeres en situación de extrema vulnerabilidad.

Oriunda de Curacautín, Región de la Araucanía, Patricia decidió partir de su hogar cuando cursaba tercero medio. “Empecé a sentir que estaba demasiado cómoda en mi casa, que no me faltaba nada, así que pensé que tenía que dar un salto importante en mi vida y le propuse a mis padres seguir estudiando en Viña del Mar”, cuenta.

Terminando la enseñanza media ingresó a la Congregación de Religiosas Adoratrices donde fue monja por 24 años. “Con el tiempo me fui dando cuenta de que volvía a un estado de confort en donde no me faltaba nada. Quería conocer un poco más lo que era la vida ´normal´”, dice.

Desde la congregación la enviaron a cargo de una comunidad en Valparaíso donde sintió que hacía falta una mayor cercanía con la gente del pueblo. Comenzó a ir a los cerros, a caminar y tocar los timbres de las casas: “Fue ahí donde una mujer me pidió que hablara con su hija de 18 años, porque creía que no estaba tomando buenas decisiones. Me recibió la niña en su habitación y me contó que salía a trabajar todas las noches para compartir las ganancias en su grupo familiar”.

Comenzó a ir a un local nocturno una vez a la semana, donde pudo conocer a decenas de mujeres, que como esa niña de 18 años, vivían en situación de extrema vulnerabilidad. Pudo escuchar sus historias, acompañarlas y abrazarlas. “Quería que sintieran que eran merecedoras de alguien que se preocupara por ellas. Los espacios de encuentro que teníamos en ese lugar eran realmente sagrados. Vivíamos momentos de mucha emoción donde las mujeres se sentían profundamente acogidas”, comparte.

“Un día iba caminando por la calle y vi a una chica en una esquina a lo lejos. Cuando llegué a su lado, me tomó el brazo, me saludó y me dijo: ´Madrecita, ¿usted me puede dar un abrazo?´ Lo hice y en ese momento me di cuenta de que había muchas más mujeres que necesitaban un simple abrazo para poder hacer un cambio en sus vidas”, relata. Después de un tiempo de discernimiento, Patricia Beltrán tomó la decisión de dejar la congregación y crear la Fundación Betania Acoge en 2010.

Caminando con orgullo: una nueva vida

“Pude llevar a cabo el tremendo sueño de hacer una fundación para todas las chiquillas que no la pasan bien en la vida. Sentía que tenía que tener una casa a la que pudieran llegar a descansar de todas sus penas, de sus dolores y acogerlas con el máximo de cariño, respeto y dedicación. Muchas vienen con historias de vida traumáticas, por lo que necesitan a alguien que crea en ellas”, explica la emprendedora social.

A la fecha, más de 800 mujeres han sido atendidas en Betania Acoge, las cuales reciben apoyo profesional -psicológico, médico, legal, asistencia social, coaching- y terapéutico -flores de bach, auriculoterapia, reflexología, acupuntura-. La fundación también se preocupa de que terminen sus estudios básicos, medios y profesionales. Para ello, tienen convenio con un colegio de enseñanza básica y si alguna de las mujeres quiere estudiar una carrera profesional, buscan apoyo a través de becas nacionales e internacionales.

Las mujeres también pueden inscribirse en talleres de peluquería, computación, manipulación de alimentos, electricidad, entre otros. Betania Acoge tiene un modelo circular de trabajo en donde le entregan beneficios a las mujeres y a su vez ellas devuelven logros. Por ejemplo, si alguna hace un curso de peluquería, la idea es que vuelva a la fundación a enseñarle el oficio a las nuevas integrantes.

“De noche trabajaba en la barra para mantener a mi hija y de día caminaba, leía y cantaba. Cuando llegué a Betania Acoge encontré un hombro en el cual desahogarme y la energía suficiente para cambiar mi mundo. Hoy soy una profesional, soy enfermera. La fundación me acogió, me abrazó y no me juzgó. Me dio la fuerza para levantarme y caminar con orgullo por esta nueva vida que tengo”, comparte Esperanza, una de las muchas mujeres que han pasado por Betania Acoge.

Acercarse sin miedo

Patricia Beltrán ganó el Premio Mujer Impacta en 2014 por su labor social en la Región de Valparaíso, y sobre esto comenta: “A partir de ese reconocimiento sentí que había otras personas que también iban a apoyar mi labor. Hoy en día Mujer Impacta es como parte de mi familia. Las emprendedoras sociales damos mucho hacia afuera y nos entregamos totalmente, pero muchas veces no nos cuidamos a nosotras mismas, sin embargo, Mujer Impacta se preocupa de nosotras, nos recibe, nos capacita y regalonea”.

A pesar del paso de los años, Patricia Beltrán sigue teniendo vocación para acompañar en el dolor y potenciar las ganas de salir adelante de las mujeres que integran Betania Acoge. “El ser humano se deja regir muchas veces por el juicio. Yo invitaría a todas las personas a detenerse en el camino, sobre todo cuando vemos a una mujer sola, vulnerable, triste, a preguntarle qué le pasa. Acercarnos a ella sin miedo. Abrir nuestro corazón, ya que siempre tenemos la oportunidad de hacer algo por otros”, reflexiona.