La Hermana Nora Valencia, ganadora del Premio Mujer Impacta 2015,...
Leer másLa hermana Nora Valencia es una religiosa que dirige la Fundación Santa Clara, un hogar que acoge a niños portadores del virus VIH. Gracias a su compromiso y entrega hacia ellos ganó el Premio Mujer Impacta 2015.
Antes de ingresar a la Congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús, estudió pedagogía y fue directora del Colegio Santa María de Belén de Coquimbo durante 15 años, labor que le permitió adquirir una amplia experiencia trabajando con niños. Desde su llegada a la fundación, ha liderado iniciativas para mejorar la calidad de vida de los niños y ha buscado recursos a través de distintas iniciativas para financiar la fundación. Además, ha sido activa en la difusión de información sobre el VIH, organizando campañas y charlas en colegios y redes sociales.
En cuanto a la Red Impacta, la hermana Nora señala que “hay iniciativas tan ‘power’ y valientes que siento que conocerlas ha sido bien gratificante. Yo siempre estoy atenta a lo que postean, lo que necesitan. Siento que es de verdad un canal de cooperación y aprendizaje mutuo entre todas las mujeres que lo integran”.
La Hermana Nora Valencia, ganadora del Premio Mujer Impacta 2015, desde el año 2008 dirige la Fundación Santa Clara, lugar que acoge a niños y niñas portadores del VIH y desde dónde hace una crítica constructiva a la sociedad chilena con el fin de bajar las tasas de contagio y así colaborar con la salud del país.
“Siento que la deuda más grande como sociedad en torno a este tema es la falta de información y educación entre la población sobre los medios de contagio. Aún existen mitos sobre los que viven con VIH y por eso hay muchas personas que son discriminadas por padecer la enfermedad. Además, el Coronavirus vino a acaparar toda la atención sobre la salud en Chile y tapó al VIH y otros virus que viven hace mucho con nosotros y que no podemos olvidar”, explica la religiosa.
Siguiendo con su relato, subraya que “el Estado está al debe con campañas sobre la prevención del VIH. Quiero dejar claro que hay acceso universal a los tratamientos, nadie se queda fuera, pero nos falta más prevención”.
Y, agrega además que “en Chile, no debieran nacer niños con VIH, existen protocolos super claros, a las mujeres embarazada se les hacen test, esto se puede prevenir. Sin embargo, hemos visto un aumento en los embarazos con bebés contagiados debido a la gran cantidad de migrantes, hay muchas mujeres que ni siquiera saben leer, entonces es muy complicado entregar información. Al final, tiene que ver con la línea de la pobreza y por eso, todo se hace más difícil. No hay un catastro, las madres no van al consultorio y no asisten a los controles. Esos son los niños que llegan a nosotros después. Desgraciadamente, por no recibir el tratamiento a tiempo, esos bebés, pudiendo haber nacido sanos, lo hacen con la enfermedad”, puntualiza.
Según datos entregados por ONUSIDA antes que se iniciara la pandemia, Chile lideraba el ranking de América Latina en cuanto a contagios, ya que entre el 2010 y 2018 creció un 34%. Sin embargo, la hermana Nora nunca ha bajado los brazos y sigue trabajando incansablemente para ayudar a los niños y niñas que viven con el virus y, además, espera con ansias que se cumpla el sueño de tener una nueva casa para recibirlos, proceso que se postergó debido a la pandemia. “Estos dos años han traído varias consecuencias para nosotros, por un lado, dejo al VIH medio de lado, pero además retrasó los procesos para concretar nuestra nueva casa. Espero que este año lo logremos para seguir con nuestra misión”, dijo con esperanza.
Haciendo un breve repaso de su historia, en su juventud, estuvo ligada a la Parroquia San Luis en la Región de Coquimbo, fue invitada por unas hermanas a misionar a Ovalle. Aceptó, y a su regresó descubrió que esa era su vocación. Antes de cumplir sus 20 años, ingresó a la Congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús. Se tituló en Pedagogía y dirigió el Colegio Santa María de Belén de Coquimbo durante 15 años.
En 2008 se vino a Santiago a dirigir la fundación que acoge a niños contagiados con VIH y a su llegada se planteó claramente varios objetivos. Entre ellos, mejorar la calidad de vida de los niños e intentar que el hogar fuera un lugar de transición: su idea era que no envejecieran allí. Dueña de un fuerte instinto materno que la impulsa a abrazar, acoger y a que las guaguas se sientan queridas, la Hermana Nora es muy consciente de que ellos, los niños y niñas, están con ella por un tiempo acotado y que luego volverán a sus casas o serán adoptados.
A pesar de esto, confiesa, “me es inevitable sentir algo de dolor cuando finalmente se van, aunque nada me hace más feliz que saber que existen familias que los quieren acoger”.
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