Mirar a las mujeres que están en las cárceles como seres humanos, como mamás con historias, desafíos y trayectorias distintas a las nuestras. Esos son los llamados que hace, a menudo, la Hermana Nelly León, fundadora de Mujer Levántate y Premio Mujer Impacta 2018.

La capellana, quien trabaja en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, lucha incansablemente por la inclusión social de las privadas de libertad y sus familias.  Hace algunos años, su fundación hizo una evaluación con Gendarmería. De las 600 mujeres que habían pasado por el programa, solo el 6% había vuelto a la cárcel. “Nosotras no hablamos de reinserción, hablamos de inclusión social, porque sabemos que en la gran mayoría de los casos las mujeres vienen de un mundo de exclusiones”, comenta.

Con el paso del tiempo, la cárcel de San Joaquín ha ido innovando en actividades orientadas a las mujeres privadas de libertad. La última de ellas fue esta semana, el pasado miércoles 16 de marzo.

Se trató de un desayuno con la animadora Karen Doggenweiler, funcionarios de la Defensoría Penal Pública, Gendarmería y con la recién asumida ministra de Justicia, Marcela Ríos, en una instancia que es parte del “Programa de defensa penitenciaria dirigido a mujeres privadas de libertad”, que tiene como objetivo recoger las opiniones, dudas y requerimientos de las internas.

En la instancia, las mujeres de la cárcel de San Joaquín expresaron sus sentimientos, preocupaciones y dudas sobre el proceso de reinserción social. Se desahogaron. Posteriormente, Karen Doggenweiler publicó en sus redes sociales una serie de fotografías sobre el desayuno acompañadas con el mensaje: “¡Gracias por la linda invitación! Fue un honor acompañarlas hoy. Siempre hay esperanza”.

Esa esperanza es algo fundamental para la hermana Nelly, quien ha sostenido que se encarcela por muchos años a mujeres que han delinquido por primera vez y que no son reincidentes. “Sus delitos suelen estar asociados a la búsqueda de cuidado a sus hijos. Robar y microtraficar para poder darle sus necesidades básicas. Pero es un círculo vicioso”, dice la capellana, quien hace un llamado a fomentar “el debate de penas alternativas a la prisión para las mujeres, con foco especial en aquellas que tienen hijos menores o están embarazadas”.