A los 70 años, Ximena Abogabir se enfrentó a una cruda realidad. La sociedad que una vez la había celebrado como una periodista renombrada y experta en participación ciudadana, ahora la veía como una anciana. Vio como la puerta del trabajo se comenzó a cerrar para ella y toda su generación, y con ella, su sentido de propósito.

La soledad y el aislamiento comenzaron a rodearla. La mirada de los demás la hacía sentir como una persona invisible, sin valor. El dolor de ser marginada y descartada la consumió. “Me empezaron a tratar como ‘cariñosito’. Me di cuenta que estaba siendo mirada y cuidada como una anciana. Entonces dije, si me quedo aquí me voy a convencer que soy una anciana y no me siento una anciana”.

En ese momento de oscuridad, Ximena pudo haberse rendido. Pero su espíritu indomable y su determinación la llevaron a buscar una salida. Miró a su alrededor y vio que no estaba sola. Miles de personas mayores enfrentaban el mismo dolor y la misma exclusión.

Fue entonces cuando nació Travesía 100, una organización que busca cambiar la narrativa en torno al envejecimiento. Ximena y su equipo trabajan incansablemente para empoderar a las personas mayores, demostrando que la vida no tiene fecha de vencimiento.

Con Travesía 100, Ximena encontró su nuevo propósito. “Yo creo que voy a vivir hasta los 100”, dice con una sonrisa. “Y por lo tanto, tengo que encontrar un propósito, tengo que ver qué hago con este regalo. Esa actitud de ‘tengo un propósito’ es lo que te hace levantarte en la mañana, vivir una vida intensa, relacionarte y por lo tanto, vas a llegar a los 100”.

Hoy, Ximena es una líder en la lucha contra la exclusión de las personas mayores. Su historia es un testimonio de resiliencia y determinación. Su legado es un llamado a la acción, un recordatorio de que la edad no define nuestro valor.