"La fundación ha logrado transformarse en un espacio de niños que se han reencontrado con la orquesta".

Ana Vanessa es una venezolana licenciada en educación musical que fundó Música para la Integración, institución que tiene como objetivo ir al rescate del artista joven inmigrante, impulsando las carreras musicales con la formación de orquestas y espacios educativos de inclusión.

Actualmente, la fundación cuenta con cinco centros de formación, tres orquestas y más de 350 músicos involucrados. En Música para la Integración no solo acogen migrantes, sino también chilenos, logrando impactar, anualmente, a más de 400 personas.

En cuanto al apoyo que ha recibido por parte de la Red Mujer Impacta, reconoce que “MI ha sido la única organización que te premia y te acompaña, te capacita, te convoca, te hace un seguimiento y cuando necesitas apoyo para eventos o necesidad particular, puedes comunicarte. Siempre hay alguien que te ofrece una solución o un consejo”.

Desde que era niña a la venezolana Ana Vanessa Marvez le fascina la música, su capacidad de generar vínculos entre personas, y cómo los músicos pueden desarrollarse. “El arte siempre puede ser un motor de desarrollo social y de integración. En parte por eso soy desde los 17 años docente de música de adultos, jóvenes y niños. También fui mezzo soprano en el Coral Nacional Juvenil Simón Bolívar de Venezuela y directora de coral antes de venirme a Chile”, afirma.

Hacia 2015, sin embargo, vivir de la música en Venezuela ya era muy difícil. Por eso, Ana Vanessa tomó la decisión de venirse a Chile. A 15 días de haber llegado al país, encontró trabajo como recepcionista en una academia de música en Ñuñoa. Aunque se sentía afortunada, también le apenaba no poder estar ejerciendo en lo que realmente le apasionaba: la educación y la música.

A diario en su trabajo, se encontraba con filas de personas que se acercaban con currículums impresos buscando dónde enseñar. “Eran maestros de orquesta buscando trabajos en su área ya que lo único en que conseguían trabajar hasta entonces era como garzones, coperos y otros que no tenían relación con su línea de interés. Ellos habían trabajado en los mejores teatros del mundo, pero acá en Chile eso no tenía valor.

“Cuando le pones todo el corazón a un sueño, a veces tarda, pero llega y un artista cuando deja de hacer su arte, es una flor que se marchita”, dice.

Como gestora cultural, esa situación le hizo sentir ganas de ayudar. Fue así como redactó un proyecto de rescate del artista migrante a través de la música, de desarrollo social y educativo para la inmigración. “Mi idea era poner este gran capital humano, que se está perdiendo, a disposición del país”, menciona. Luego de casi seis meses de redacción, en el año 2016, la oficina de educación de la Unesco la llamó para informar que apoyarían su proyecto. Luego de ese respaldo, Ana reunió a más de 30 músicos profesionales, entre sus contactos, para comenzar a dar clases y tocar.

Tres años después, la fundación ya contaba con cinco centros de formación, tres orquestas y más de 350 músicos involucrados que no solo acogía migrantes, sino también chilenos. Así nacía la Fundación Música para la Integración. “La fundación ha logrado transformarse en un espacio de reunificación familiar, de niños que se han reencontrado con la orquesta, niños con depresión por dejar la orquesta en su país. Como migrantes hemos podido evidenciar la resiliencia y el quiebre de estereotipos en Chile”, dice Ana Vanessa, quien fue reconocida con el Premio Mujer Impacta en 2021 por esta labor.

Las orquestas, reflexiona Ana Vanesa, han significado un apoyo psicoemocional significativo para las familias venezolanas. “Aquí cada alumno encuentra un espacio para ampliar sus conocimientos, pero también todo el apoyo emocional y motivacional para la superación personal, para la proyección de nuevas metas, para el encuentro con nuevas amistades y su inserción efectiva en el país que lo recibe”, destaca.

Hoy las novedades son muchas. Su fundación espera atraer a 200 nuevos alumnos para el año 2022; comenzó su cuarta orquesta (integrada por casi 40 niños de entre 6 y 12 años); tiene programado su primer gran concierto del año con su elenco profesional, la Orquesta Sinfónica Música para la Integración, en alianza con el orfeón de Carabineros; fue al Lollapalooza con talleres de música para niños y un ensamble juvenil para hacer rock sinfónico y está buscando fondos para adquirir 50 sillas y hacer labores de reparación en la sede que recibió gracias al apoyo del Ministerio de Bienes Nacionales.

Al pensar sobre lo mucho que ha crecido su proyecto, Ana Vanessa se ríe y dice que aún les falta “muchísimo”. “Realmente ha sido un camino maravilloso lleno de mucho apoyo y un equipo profesional con tanto talento para entregar. Pero cada logro, grande o pequeño, nos da más y más energía para continuar haciendo proyectos integrando a más personas, llegando a más familias y educando a las nuevas generaciones de músicos”, sostiene.

Dirección:

Luis Carrera 1289, oficina 204, Vitacura

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