Hace unos años, la vida de Carolina era una maratón: salía todos los días a las 5:30 de la mañana de su casa y llegaba a las 12 de la noche. Pero en 2005 tuvo un accidente automovilístico que dio un giro a su vida. Ahora sigue siendo una persona muy activa, pero dice que toma la vida con mucha calma y disfruta más, y que el accidente le sirvió para bajar las revoluciones. Sobre todo, la ha ayudado a conocerse a ella y a quienes la rodean, quienes, según ella, antes eran casi unos desconocidos.
Tras ello, dio clases, condujo el programa radial Saliendo a Flote, hizo charlas motivacionales, y trabajó en turismo accesible; todas actividades que tenían el propósito de ser un aporte para la inclusión de las personas con discapacidad. En 2015, ganó el premio Mujer Impacta con su compromiso con este tema.
Desde el accidente, Carolina reconoce que fue adquiriendo más conciencia del mundo que la rodea, como perder el miedo, alzar su voz, defender lo que considera justo, expresar su opinión, y recalcar a los jóvenes estudiantes la importancia de cuestionarse todo y tener una visión crítica, porque sabe que su quehacer tiene un compromiso político. Hoy, su rol de promover la inclusión va más allá de la discapacidad: es directora general de la Academia Latinoamericana de Inclusión, una entidad que busca impactar la vida de miles de personas sobre la inclusión, tomando como objetivo principal los principios de Igualdad, diversidad y no discriminación. “La educación es el motor que genera cambios a nivel mundial”, dice.
Asimismo, plantea que los más afectados en materia educacional durante la pandemia han sido los niños y adolescentes, y que los efectos de esta crisis sanitaria serán importantes para este grupo. “¿Cuáles son los recuerdos que van a tener cuando tengan 12 o 13? Van a decir yo me acuerdo de que tenía 4, 5 años, y pasé dos años con mascarilla”, plantea, añadiendo que la pandemia ha generado un deterioro de la salud mental, lo que generará “una adolescencia y un aprendizaje tardío”, explica.
“Los procesos han sido eficaces por la voluntad de los docentes, pero también hemos visto un desgaste de profesores, padres, niños y adolescentes. Los jóvenes necesitan el contacto con sus amigos, y este proceso de crecimiento se ve mermado por la pandemia y por un Estado deficiente en las herramientas a entregar”, reflexiona.
Carolina Pérez sostiene que en Chile “vamos por buen camino” en materia de inclusión, pero dentro de los nuevos desafíos en ese ámbito cuenta el reconocimiento de los pueblos originarios y grupos minoritarios y la recuperación de los recursos naturales.
Aun así, dice tener “esperanza en los nuevos ciudadanos que van a formar un Estado distinto”. En particular, confía en los jóvenes: “Las nuevas generaciones están haciendo un excelente trabajo en inclusión”, concluye.