Blanca Prat perdió a su hijo a los 41 minutos de nacido
Blanca Prat Valdés tenia 32 años cuando le dijeron que el primer hijo que esperaba no tenía esperanza de vida.
“Benito tenía displasia tanotofórica, sus huesitos eran muy cortitos y sus pulmones no pudieron desarrollarse”, explica ella.
Su guagua murió en sus brazos 41 minutos después de nacer. “La matrona y el ginecólogo fueron maravillosos conmigo. Pero la neonatóloga insistió mucho en que tenía que sacarme a Benito de los brazos porque quería examinarlo. Yo me mantuve firme. Me había preparado para ese momento y quería estar con él hasta el final”.
Tres años después de esta desgarradora experiencia, Blanca -docente de historia de la Universidad Finis terrae- creó la Fundación Amparos (https://bit.ly/3WfvVOz). “Yo ya había elaborado mi duelo, no estaba transitando por los peaks más álgidos, pero seguía pensando que esto no podía volver a ocurrir. Le mandé un mail a todos mis contactos, preguntándoles si conocían papás que hubieran perdido una guagua. Me llegaron un montón de correos y me junté en mi casa con gente que nunca en vida había visto. Independiente que los diagnósticos eran distintos, que algunos habían nacido en clínicas y otros en hospitales, algunos acá y otros fuera de Chile, todos teníamos en común un elemento: la soledad”, describe.
¿La soledad del duelo?
“La soledad en todo el proceso, desde que enfrentas el diagnóstico de inviabilidad hasta que tu guagua muere, Este es un duelo súper invisibilidad y minimizado. Nadie te habla del tema porque piensan que es mejor así. También hay mucho que cambiar en el trato que la sociedad y el sistema de salud tienen hacia estos papás, como la hostilidad que a veces percibes del equipo médico, la tramitación en el Registro Civil, el trato en el cementerio”.