"Es un don de Dios mi vocación, porque me permite estar cerca de la vulnerabilidad de otros”.

María Eugenia Valdés es una religiosa de Sagrado Corazón de Jesús y Coordinadora de la Pastoral de Diversidad Sexual. Fue premiada con el Premio Mujer Impacta en 2014 por su labor en la creación de un espacio de acogida y contención para personas de la diversidad sexual en la Iglesia católica. Su trabajo se enfoca en validar a la persona por sí misma y no por las apariencias, ofreciendo un lugar para la reflexión en torno a la fe y para el apoyo en el proceso doloroso de aceptación de la propia orientación sexual.

La pastoral comenzó con un grupo de 20 personas y hoy en día cuenta con más de 60 asistentes regulares a sus reuniones, y también ha generado un espacio para los padres de estas personas. En ese sentido su objetivo es “seguir sumando a la plena incorporación tanto dentro de la iglesia como en la sociedad civil”.

María Eugenia es considerada una líder capaz de cambiar la sociedad, constituyéndose en un signo de esperanza en medio del individualismo del mundo actual. Su labor muestra que la Iglesia puede ser un espacio real de acogida y contención para los que más sufren, y es Mujer Impacta porque está construyendo una nueva realidad.

Le dicen Quena. Es religiosa del Sagrado Corazón de Jesús y una de las 7 mujeres que recibieron el Premio Mujer Impacta en agosto del 2014. Desde el 2010, junto a dos sacerdotes coordina la Pastoral de Diversidad Sexual que acoge y acompaña en la fe a gays y lesbianas católicos.

Como sociedad no estamos acostumbrados a ver homosexuales católicos, y, aunque no lo creamos, ellos pueden llegar a sentirse igual de raros en la Iglesia como en un ambiente homosexual.

No hemos construido las suficientes instancias de inclusión, tal vez porque nos asusta la diferencia, lo que nos hace tremendamente discriminadores. Es en este ámbito donde Quena logró dar un paso, pero de una forma diferente a lo que usualmente vemos en los medios desde la demanda de derechos. Lo suyo consiste en acoger, en validar a la persona por sí misma y no por las apariencias. Esto lo hace en la intimidad de una reunión, en donde cada cierto tiempo personas homosexuales se juntan a reflexionar en torno a su fe.

Una persona que descubre que es homosexual necesita esperanza porque le cuesta aceptarse tal cual es. Es difícil encontrarse con uno mismo y de cara a la verdad, porque supone una ruptura con patrones afectivos y culturales, el miedo a la soledad y la renuncia a un proyecto de familia. Es un proceso doloroso, en el que la mayoría de las veces no existe el espacio necesario para socializarlo en forma humana sin ser condenados en una primera instancia.

Además, muchos de ellos se autoexilian de la sociedad y los que pertenecían a la Iglesia también se alejan para no sentirse señalados. Esto no es justo, puesto que si siempre se sintieron parte de ella, ¿por qué en el momento en que pueden estar más solos tienen que dejarla?

En PADIS, sigla de esta pastoral, no quieren cambiar la doctrina de la Iglesia, pero sí constituirse en un espacio de acogida real. Están convencidos de que la vida es preciosa y que vale la pena recorrerla asumiendo todos los desafíos que ésta implica, aún cuando sea en presencia de mucho dolor. Saben que la persona es mucho más que su condición homosexual, por lo que buscan descubrir el horizonte infinito de posibilidades que cada uno tiene. Es en este punto donde el ser o no ser homosexual, ser profesional, estar sano o enfermo, adulto o joven, o como sea cada uno, no impide encontrar una razón de ser en el mundo. El dónde se ponga la mirada para crecer, es lo que marcará la diferencia en cada persona.

Esta pastoral comenzó el año 2010 con un grupo de 20 personas. Hoy ya son más de 60 los que asisten regularmente a las reuniones. Junto a eso, vieron la necesidad de generar un espacio similar para sus padres, puesto que viven un proceso similar de dolor y deben recorrer el camino de aceptación de sus hijos sin condicionamientos.

“Gracias a nuestra pastoral he podido conocer chiquillos que se sienten juzgados. En este sentido es un don de Dios mi vocación, que me permite estar cerca de la vulnerabilidad de otros,”opina Quena, con la certeza de saberse en el lugar correcto. María Eugenia es de esas mujeres que en el silencio de su trabajo han asumido un liderazgo que es capaz de cambiar la sociedad, constituyéndose en un signo de esperanza en medio del individualismo del mundo actual. La gran carga de humanidad que la caracteriza nos está mostrando que la Iglesia puede ser mucho más que un conjunto de preceptos, sino que un espacio real de acogida y contención para los que más sufren. Quena es Mujer Impacta porque verdaderamente está construyendo una nueva realidad.

Dirección:

Luis Carrera 1289, oficina 204, Vitacura

Únete a la conversación

© Todos los Derechos Reservados – Mujer Impacta