Periodista, pedagoga y madre de cuatro hijos, a María Ignacia Lewin (45) siempre le interesaron los derechos de la infancia. En particular la educación.
La pandemia del Covid-19 fue algo que la afectó profundamente. Se dio cuenta de la dificultad que muchos niños tenían para estudiar y del aumento inminente de brecha educacional, y quiso hacer algo al respecto. Lo mismo le preocupaba a Jacinta de Andraca y Agustina Cox, dos universitarias con las que Ignacia había trabajado y que la contactaron porque querían hacer clases en línea a niños que necesitaran reforzamiento académico durante la crisis sanitaria.
La idea le pareció interesante y tuvo ganas de expandir ese proyecto. Así, a partir de reuniones nocturnas, generaron rápidamente un modelo que implicaba un link para que se inscribieran los niños o jóvenes que necesitaran refuerzo académico, y, en paralelo, otro link para que se inscribieran jóvenes y profesionales que tuvieran la disponibilidad de enseñar. “Nosotras cruzábamos las dos informaciones para hacer un match y así vincular al alumno que buscaba aprender, con un tutor que quisiera enseñar. Los reforzamientos se realizan en línea y se coordinan según el horario que acomode al alumno y al tutor; y por la plataforma a la que tengan acceso: zoom, meet o incluso por whatsapp”, cuenta María Ignacia.
La iniciativa, denominada “Conectado Aprendo”, la hizo ganadora del Premio Mujer Impacta 2021 y en menos de un mes ya tenía a más de 100 alumnos en clasea de distintos lugares de Chile. “Partimos con 20 niños, 20 tutores. Terminamos el 2020 con más de 700 niños y en 2021 sobrepasamos los 1.300 niños y 1.300 tutores”, cuenta.
“Todo el equipo de Conectado Aprendo lo conforman voluntarios apasionados por la educación; como dicen, buscamos “enseñar a pescar y no regalar el pescado”. Además, el vínculo que se genera es increíble. El escuchar los testimonios de los niños y apoderados nos mueve más que mil palabras. Es imposible no enamorarse de educar y de compartir aquello que hemos recibido gratis”, afirma.
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Los pilares centrales de Conectado Aprendo son clases en línea y clases personalizadas, es decir, para cada niño que se inscribe, la pedagoga y su equipo buscan un tutor que pueda responder a sus necesidades académicas personales. “Creemos y confiamos que este modelo puede disminuir brechas y lograr aprendizajes significativos en los niños”, explica. “Además, estamos avanzando en la aplicación de un modelo de resiliencia académica que busca instalar habilidades en los niños para así dar sentido y trascendencia a sus aprendizajes” agrega.
Aunque cerró 2021 con una buena evaluación por parte de los estudiantes y apoderados, María Ignacia es consciente de que queda mucho trabajo por delante. Y es que según ella misma cuenta, por ejemplo una estudiante de cuarto medio le dijo estar muy feliz porque aprendió a dividir. “No sabía si reír o llorar”, afirma, sosteniendo que éste es solo uno de los casos que dejan en evidencia la desigualdad en la educación y la importancia de contar con iniciativas como la suya.
Por eso, para este 2022 tiene la meta de llegar a 2.500 niños, con un fuerte énfasis en regiones -actualmente solo representan 50% del total de estudiantes inscritos en la plataforma- y solamente enfocados en colegios municipales donde, asegura, están los jóvenes con más necesidades de aprendizaje. “Otro foco es concentrarnos en las disciplinas de matemática y lenguaje, las dos asignaturas que hablan de mayor vulnerabilidad cuando no se logran. Y buscamos más alianza con universidades para poder sumar más tutores”, detalla.
“Se viene un desafío bonito. Confiamos en el corazón de los chilenos, que los necesitamos más que nunca y sabemos que con la educación y con este trabajo uno a uno podemos lograr increíbles avances. Así que nuestra invitación es que más gente se una a este proyecto. Con una hora de tutoría podemos realmente cambiarles la vida a los niños”, concluye.
La inscripción de tutores se realiza a través de la página web www.conectadoaprendo.cl
Artículo publicado en Revista Paula