Gracias a su entrega en educación, esta mujer ha logrado que cientos de niños se acerquen a la ciencia y la astronomía. Aquí la historia de la profesora que llevó a sus alumnos de Angol a la ONU y está dejando huella en el sur de nuestro país.
Nadia Valenzuela (43), profesora de ciencias y una apasionada por la astronomía, tiene como objetivo de vida desarrollar las habilidades del pensamiento científico en estudiantes de extrema vulnerabilidad social en Chile.
En 2016, cuando trabajaba en Contulmo, Región del Bío-Bío, comenzó a elaborar con algunos de sus estudiantes de educación básica, un proyecto de investigación científica que consistía en cultivar semillas en una granja espacial. “Trataba de motivar a mis alumnos y despertar en ellos el interés por la ciencia. Les mandaba trabajo para la casa, entonces el fin de semana ya no salían a la esquina a exponerse a vicios”, cuenta.
El proyecto de la granja espacial comenzó cuando Nadia se contactó con las Naciones Unidas en Viena: “Ellos tienen un programa a nivel mundial donde donan clinostatos, que son unas maquinitas que alteran la gravedad -solo hay dos en Chile-. Ahí yo metía semillas con mis alumnos y hacía experimentos”. La máquina altera el eje gravitatorio, logrando que las semillas empiecen a “marearse” y queden desorientadas. Cuando esto ocurre, el tallo comienza a crecer hacia abajo y la raíz hacia arriba.
La ciencia comenzó a ser un lugar seguro para sus alumnos: “Los niños estaban haciendo un aporte a las ciencias espaciales del país. Así lo veían ellos, y les servía mucho para su autoestima. Además, los ayudaba a alejarse de esos entornos en los que luchamos a diario contra la drogadicción, la violencia y el alcoholismo”.
El proyecto la llevó a ser reconocida con el Premio Mujer Impacta el año 2018, por su labor social de hacer accesible la ciencia a los niños. Un año más tarde, recibió el premio internacional que celebra la contribución de un profesor en su área de enseñanza: Global Teacher Prize.
Un apoyo integral
En 2017 la profesora se mudó a Angol, Región de la Araucanía, y se integró como profesora a la Escuela Hermanos Carrera. Siguió con los experimentos para sus alumnos, y a la par creó la Fundación Nadia Valenzuela, que busca entregar enseñanzas científicas a los estudiantes, centrándose en el apoyo académico, la ayuda social y el acompañamiento socioemocional a los niños y familias de la zona: “Si una niña llega con problemas emocionales al colegio, es muy difícil que aprenda y que se conecte con lo que tú le estás enseñando. Lo mismo que un niño que pasa hambre o una mamá que está con depresión, es difícil que se dedique a sus hijos, así que tratamos de trabajar con ellos”.
En la fundación hacen talleres, entrevistas a los niños, a sus familias, y posteriormente intervenciones. “Nos vamos acercando de a poco, vamos a sus casas, llevamos algún tipo de ayuda y vemos en qué podemos aportar. Primero mejoramos el entorno a esa familia, con ayuda social y apoyo emocional. Y posteriormente vamos trabajando con acompañamiento académico a los niños, reforzando las asignaturas que más les cuestan”, explica Nadia Valenzuela.
En su equipo, conformado por una psicóloga, una asistente social, psicopedagogos y profesores, todos trabajan de forma gratuita. “Todas las chicas que trabajamos en la fundación somos integrantes de la escuela Hermanos Carrera y del equipo de convivencia. Ahí detectamos los casos. Tenemos muchos niños que no alcanzan a tener apoyo psicológico en el colegio, entonces nosotras los vemos por fuera en la Fundación”, agrega.
Ciencia para todas las edades
Recientemente, fue a exponer con sus alumnos de la escuela Hermanos Carrera a la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Chile: “Estamos desarrollando un proyecto, junto a profesores de este centro de estudios, para enviar unos microorganismos de la Cordillera de Nahuelbuta a la estación espacial internacional de los satélites chilenos.
Estos talleres están conformados por 20 niños desde quinto a octavo básico, donde cada uno de ellos tiene sus tareas asignadas. Unos se dedican a exponer, a la investigación, a la información bibliográfica y otros a la experimentación. Según Nadia, en este proceso desarrollan la paciencia y aprenden a profundidad el método científico. Existe un alto interés de los alumnos del colegio por participar, por lo que cada grupo taller comienza en marzo y termina en diciembre con la posibilidad de continuar otro año más.
“Este formato de taller lo comencé en Contulmo durante 2016 y ya han pasado más de mil alumnos. Ya tengo la primera generación de niños con la que empecé a trabajar, y la mayoría de ellos son profesionales en el área científica. Esa es mi mayor satisfacción, encender un poquito y orientar”, cuenta Nadia, y agrega: “Lo que más le transmito a mis alumnos es que el origen no te determina. Nosotros pudimos haber nacido en un entorno muy vulnerable, pero depende de nosotros salir de ahí, superar la pobreza, y el ambiente en que nacen”.
Su pasión por la naturaleza la llevó en 2019, a construir y autofinanciar el Observatorio Pewen: mirando las estrellas desde las Araucarias. Este se ubica a 14 km de Angol, camino al Parque Nahuelbuta, en el cruce Chanleo. En este lugar, se dedica a hacer observaciones astronómicas, dar clases de astrofotografía e implementa un taller de astronomía para todas las edades, donde incluso creó un método para enseñar a personas ciegas, a través de bordados con agujas chinas.
Salir del anonimato
Para Nadia Valenzuela hay un antes y un después de haber sido reconocida como emprendedora social por la Fundación Mujer Impacta: “El Premio Mujer Impacta me abrió muchas puertas, me dio oportunidades que yo trabajando en el anonimato nunca hubiera podido tener. He hecho cursos, gané una beca y me fui a estudiar a Alemania para perfeccionarme en Astronomía. En mi vida había imaginado que yo iba a llegar a eso por el revuelo que causó este reconocimiento”, agradece y agrega: “Cambió mucho mi vida. Se dio a conocer mi iniciativa y gracias a eso he podido recorrer de norte a sur, motivando principalmente a los colegas con esta temática y a los alumnos”.
Nadia comenta que su lugar de impacto y aporte al mundo es desde la sala de clases: “Yo me propuse cambiar el mundo desde el aula en base al amor, a la formación, a la crianza y al trato respetuoso con un pequeño”. Finalmente reflexiona: “Si uno viene a la vida y no deja una huella positiva, está mal. Yo siempre me he dedicado a marcar las vidas de las personas en donde yo me he desenvuelto, ya sea colegas, vecinos, alumnos. Uno tiene que hacer la diferencia”.