Después de ocho años trabajando en el sector público, Natalia Rebolledo se dio cuenta de que debía apoyar al Estado desde afuera y complementarlo. El 2013 conoció a un equipo que tenía un proyecto consciente de las necesidades de la zona norte de Chile y, con su marido, tomó la decisión de crear soluciones colectivas, reales, concretas y adaptadas al territorio, enfocándose en la sequía. Así nació la Fundación Un Alto en el Desierto, por la cual Natalia Rebolledo fue reconocida por la Fundación Mujer Impacta en 2020.

Un Alto en el Desierto trabaja para formar redes con la comunidad local, las escuelas, universidades, autoridades y empresas en torno a la reutilización del agua para hacer frente a la crisis hídrica que está viviendo el norte de Chile. Cuenta con una red de 15 escuelas rurales que reciclan 5 mil litros diarios de “aguas grises”, gracias a un sistema diseñado entre la Fundación, la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y el Liceo Bicentenario Politécnico de Ovalle. La fundación también participó en la discusión de la Ley 21.075 de reutilización de aguas grises que se promulgó en 2018 y recientemente ha apoyado en la construcción del parque de atrapanieblas más visitado de Chile, en la Reserva Ecológica Cerro Grande.

Tras una semana en que el cambio climático ha estado en el centro de las noticias por el nuevo reporte anual del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en que se informó que, a no ser que haya reducciones inmediatas a larga escala en las emisiones de gases de efecto invernadero, limitar el aumento de temperatura en 1,5°C o 2°C será imposible, Natalia Rebolledo cuenta sobre su experiencia y sus impresiones sobre el cambio climático en Chile.

-En el tiempo que llevas en el norte de Chile: ¿qué transformaciones asociadas al cambio climático has podido identificar?

-Las principales transformaciones en términos climáticos es que casi no llueve, por ejemplo, este año sólo hemos tenido 1 día de lluvia. Es claro que esta es una realidad que vino para quedarse y que se deben generar formas de adaptarnos a esto. Una de las transformaciones por ejemplo es que puedes ver en la región de Coquimbo parques eólicos que aprovechan el viento para generar energía, también cada vez con más frecuencia paneles solares, se va cambiando la matriz energética por energías renovables. Esperamos que se sigan potenciando energías limpias. Otra de las transformaciones es que el camión aljibe se volvió parte del paisaje, lamentablemente se transformó en algo cotidiano, pasó de ser una solución transitoria en algo definitivo, y eso es muy terrible. Se pueden ver también migraciones forzadas y una disminución en las matrículas de las escuelas rurales.

-¿Qué dicen/sienten/viven quienes residen allá? ¿Cuál es su mayor preocupación y qué medidas están tomando?

-El cambio climático afecta críticamente a crianceros que ven morir a sus animales y a pequeños productores que ven secar sus cultivos. Además de que cada vez es mayor la cantidad de personas que recibe agua mediante camión aljibe. La mayor preocupación claramente es la falta de agua. Se acaba el agua para desarrollar la vida. Muchos crianceros están llevando su ganado hacia el sur o se debe comprar pasto por fardos. Algunas comunidades (como las escuelas y comunidades con las que trabajamos) están reciclando el agua para poder regar sus jardines, otras fomentan el uso de atrapanieblas.

-¿Qué acciones consideras que el Estado chileno debe tomar para reducir el impacto del cambio climático?

-Establecer el Derecho Humano al agua y el resguardo y protección de la naturaleza. Se deben establecer equilibrios ecológicos, no podemos seguir teniendo una matriz productiva de agro-exportación que finalmente exporta el agua que no tenemos. Debe fomentarse todo en su justo equilibrio, poniendo como prioridad el consumo humano y el resguardo del recurso hídrico para que no se acabe por sobreexplotación. Debemos permitir que la naturaleza se regenere. Por cada peso que el Estado invierte en un diagnóstico o en incentivar la inversión en el modelo forestal y agroexportador, debe invertir en obras de mitigación, de adaptación real, en infraestructura hídrica a escala local, no se puede seguir botando la plata en camiones aljibe.  Cuidar el agua no debe ser solo un slogan, deben existir acciones. 

-¿Qué rol juega la sociedad civil en ese proceso?

-Es clave porque permite ejercer un control ciudadano en los territorios, el Estado debe articularse de mejor manera con la sociedad civil, la colaboración y la acción entre estos entes es de suma importancia para lograr adaptarnos al cambio climático de forma concreta. 

-¿Y los jóvenes?

-Tienen el rol de representar el presente, de impulsar cambios y transformaciones reales. De llevar a la práctica los cambios de hábito que necesitamos. Eso junto con los adultos por supuesto. 

-¿Cómo crees que el país está enfrentando el cambio climático?

-No se está enfrentando. Hay muchas opiniones, muchos diagnósticos de la situación, pero muy pocas acciones concretas, sobre todo de gran escala. Se sigue potenciando un sistema extractivo de recursos naturales, en desmedro del medio ambiente. 

-¿Crees que en Chile hay consciencia social sobre el cambio climático? ¿Por qué?

En Chile hay conciencia sobre el cambio climático, pero no hay acciones. Se habla mucho y se hace poco

-¿Qué hace falta para pasar de la consciencia a las acciones?

-No esperar a que otros resuelvan las cosas por nosotros. Tenemos que hacer cosas, partir por algo. Poner el agua y el cambio climático en el centro del curriculum escolar. Y no podemos seguir utilizando la misma agua o seguir produciendo lo mismo si ya no tenemos la misma cantidad de agua, esas transformaciones faltan.

-¿Tienes esperanza en lo que se viene?

-Si claro, si uno pierde la esperanza está perdido. La esperanza es lo último que se pierde. “La esperanza en el porvenir, hoy nos hace cantar y sonreír”, eso me enseñaron en el colegio.