"Una buena educación pasa por articular los ramos para facilitar el aprendizaje y hacerlo más efectivo".

Elizabeth Guzmán es directora de la Escuela Rural Pullinque de la Región de Los Ríos, donde más del 80% de los alumnos tiene raíces mapuches. Instauró el respeto por la diversidad cultural como sello de la comunidad escolar y la biblioteca como centro de aprendizaje.

Sus alumnos han aprendido a valorar sus raíces y el año 2014 la Escuela Rural Pullinque sacó el segundo lugar a nivel nacional en el SIMCE de 2° básico. Se dio cuenta muy temprano de la importancia de conocer el mundo a través de las letras y, hasta el día de hoy, es amante de la lectura y una profesora apasionada.

Ella, al igual que las demás mujeres que integran la Red Impacta, es una arquitecta de cambio y, según cuenta, la labor de cada una de sus compañeras la inspiran para convertirse en mejor persona de lo que es cada día.

Yo soy una sobreviviente, creo que no podría definirme de otra forma. Mis primeros 15 días de vida los pasé en una leñera, sin ningún tipo de cuidado, hasta que una familia con siete hijos decidió adoptarme. Así crecí rodeada de mis seres queridos y criada como una más de los Manosalva Huenimán. Ellos me hicieron una mujer con convicciones, risueña y cariñosa.

Ya cuando llegué a la edad para razonar, supe que era hija adoptiva; mi mamá siempre me lo transmitió y me inculcó que tenía que perdonar a mi madre biológica. Me decía que no debía sentir rencor hacia ella porque me había dado la vida, haya sido como haya sido. Mi madre era una mujer muy sabia. Hoy día yo puedo contar esta historia… tiempo atrás no, porque no quería causar lástima, pero he aprendido a ser resiliente gracias a eso.

Con el paso de los años comencé a sentir una vocación inquebrantable por ejercer la docencia gracias al ejemplo que vi en mi hermana Hilia, ella enseñaba con tanto amor y entrega. También empecé a sentir una pasión especial por la lectura.

Desde niña fui muy enfermiza, pero nunca supe a qué se debían mis constantes dolencias hasta que en 2005 me diagnosticaron lupus, una enfermedad autoinmune que produce malestar y fatiga constantes. En ese entonces yo trabajaba como asistente de párvulos en una escuela de Coñaripe y estudiaba los sábados en Temuco. A pesar de mi condición, tuve tres hijos con el hombre de mi vida, Rigoberto, a quien conocí gracias a la familia que me adoptó. De hecho, lo conocí como primo, pero me enamoré de sus ojos tristes. Ahora tiene una sonrisa que le brilla todos los días. Tal vez Dios me puso en esa familia para encontrarme con él.

Tuve a mis hijos y luego comencé a estudiar en la universidad. Ellos aún estaban chicos y yo me los llevaba todos los sábados a la universidad conmigo. Fue un período muy sacrificado y siento que perdieron una parte de su infancia, como los viajes con la familia y los cumpleaños de sus amigos. Pero ellos nunca me alegaron, entraban a la sala conmigo y los profesores los consideraban parte de la clase. Me ayudaron a cumplir mi sueño: titularme de profesora de Educación Básica.

Lo más lindo de mi profesión ha sido hacer clases en 1o básico, entonces allí me llegan los primeros “te quiedo, tía”, “te aodo”, y todas esas cartas las tengo guardadas y sé de quiénes son. Ellos salen de IV medio, de la universidad y yo sigo siendo su tía Betty. Cuando me ven, me abrazan y lo que más queda es el cariño de ellos porque saben que yo los veía como a mis hijos y creía en ellos y en lo que sabía podían lograr.

En 2013 comencé a desempeñarme como directora de la Escuela Rural Pullinque. Tenía a mi cargo 120 alumnos que cursaban hasta 8vo básico. Desde entonces comencé a trabajar la interculturalidad para que los estudiantes, en su mayoría de ascendencia mapuche, valoraran sus raíces y tradiciones a través de la recuperación y conservación de los conocimientos de su pueblo originario. Muchos se avergonzaban de su cultura, no les gustaba decir su apellido y eso lo hemos cambiado. También comenzamos a inculcar el interés y el amor por la lectura, desde donde se relacionan las distintas asignaturas.

Una buena educación pasa por articular los ramos para facilitar el aprendizaje y hacerlo más efectivo. En nuestra escuela, por ejemplo, si el profesor de lenguaje está enseñando el afiche como canal de comunicación, el profesor de matemáticas les pide a los alumnos promocionar una oferta a través del afiche; y todo el aprendizaje se realiza en torno a nuestro centro lector. También se debe considerar que cada escuela es distinta, con niños que pertenecen a contextos diferentes, con una identidad cultural propia. Esa es la única forma de lograr la vinculación con las familias.

Este modelo es totalmente replicable. Nosotros pertenecemos a la comuna de Panguipulli, pero si se puede impactar de esa forma en esta escuela tan pequeña, logrando la excelencia académica, por qué no se va a poder hacer lo mismo en una grande. Hay comunas que han creado planes maravillosos de educación, muy organizados, con buenos resultados. Debería valorarse lo que hace cada región.

Escrito por ella. 

Dirección:

Luis Carrera 1289, oficina 204, Vitacura

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