Reconocidas por la fundación Mujer Impacta, han dedicado sus esfuerzos a lo largo de los años a apoyar a niños en situación de pobreza. Hoy, exponen las dificultades que la pandemia representan y urgen no dejarlos desplazados.

Elizabeth Guzmán nació, al parecer, en una leñera y claramente allí pasó sus primeros 15 días de recién llegada en este mundo. Sobrevivió casi por milagro, entre grandes pilas de madera cortada y seguramente húmeda, sin ningún tipo de cuidados de nadie, hasta que una familia con siete hijos decidió adoptarla. De ahí aprendió lo que es la infancia vulnerable en Chile y decidió actuar.

Como directora de la Escuela Rural Pullinque, que cuenta con una mayoría de población mapuche, desarrollando la interculturalidad entre sus alumnos y mejorando los resultados académicos a través del fomento de la lectura, fue reconocida por la Fundación Mujer Impacta en 2016. Hoy, comenta que “hay un aumento de la brecha social, económica, educativa y efectiva que disminuyen la oportunidad de aprender, desarrollarse, participar en diferentes espacios de acuerdo a su contexto; lo que afecta a cada familia y directamente al niño o niña”.

En un contexto de pandemia, “el aislamiento no permite la interacción libre de emociones y la expresión, lo que influye en su desarrollo socioemocional y en su disposición frente al proceso de aprendizaje. La situación económica adversa aumenta está brecha, llamada hoy falta de alimentación, vivienda, conectividad, entre otras”. “Pero la brecha que más duele es la ausencia de afecto; lo que está cubierto por la presencia de malos tratos, golpes y abusos. Hoy es nuestro desafío romper las barreras, dando la oportunidad a los niños y niñas de transformar los espacios en encuentros de juegos, risas y alegría”.

En la misma línea, Silvia Sittler, quien creó la Corporación NAIM de Curicó después de haberse deparado con muchos niños trabajando y aspirando neopren, dice que la celebración del Día del Niño “no será igual para todos: los niños y niñas más vulnerables y vulnerados de nuestro país han sido muy afectados en este tiempo de pandemia, la pobreza marca una tremenda brecha de desigualdad social y educacional”. “Hoy el desafío es grande y lo tenemos que tomar con seriedad, tal vez esta crisis sea una gran oportunidad para cambiar las condiciones en que viven los niños y sus familias, a través del conocimiento y ejercicio de sus derechos”, añade Silvia Sittler, reconocida por Mujer Impacta en 2020.

Por su parte, Paulina Arellano, quien ha trabajado con mujeres y niños vulnerables a través de la Fundación Amigos del Maule por la Vida sostiene que “la infancia vulnerable está atrapada en una especie de “círculo vicioso”, pues no se ha podido eliminar o derrotar de raíz las causas de la vulnerabilidad, que son muchas: mala educación, violencia, vicios, pobreza, funcionarios no aptos etc.”. “Pienso además que la infancia vulnerable debe salir del ámbito de protección del Estado, pues en los hechos no ha demostrado ser un buen protector de los niños”, agrega Paulina Arellano, Premio Mujer Impacta 2016.

En ese sentido, Pía Salas, reconocida por Mujer Impacta en 2015 por su Fundación Abrazarte, dice que “la sociedad debe dejar de lado sus prejuicios y abrazar a los menores vulnerables, en particular aquellos que están en situación de calle”. Pía Salas trabaja en búsqueda de un Chile integrado, sin jóvenes ni adolescentes en ese estado.

Estas mujeres insisten en que las fundaciones e iniciativas de la sociedad civil son “un tremendo aporte para proteger a los niños y ayudar a sacarlos del ‘círculo vicioso’”. No obstante, hacen un llamado al Estado y a los ciudadanos a no dejar de lado la infancia vulnerable. En particular en el Día del Niño.