La ganadora del Premio Mujer Impacta 2023 por la causa reinserción, creó una fundación que apoya a niños y jóvenes que egresan del sistema residencial de protección, entregándoles las herramientas necesarias para una vida autónoma y autosuficiente.

Corría el año 1983 y, en medio de una fuerte crisis económica que golpeaba al país, el padre Hernán Alessandri vio con sus propios ojos a menores de edad ejerciendo comercio sexual en las calles como consecuencia de la extrema pobreza. Ante esta situación fundó María Ayuda, una organización sin fines de lucro que, hasta el día de hoy, acoge a niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza y marginalidad para reinsertarlos en un ambiente familiar.

En este contexto y desde pequeña, Francisca Díaz (52) escuchaba conmovida y atenta a su abuela. Ella le contaba sobre el noble trabajo que su amigo cercano –el padre Alessandri– realizaba. “Me impresionaba lo que hacía”, recuerda. “Mis abuelos siempre me inculcaron esa preocupación por los más necesitados”. Y aunque Francisca estudió Ingeniería Comercial y durante dos décadas tuvo un importante cargo dentro de una empresa, hace tres años decidió darle un giro a su vida y dedicarse al servicio social.

Manos de colores

En paralelo a su trabajo, desde el año 2008, Francisca comenzó a ir todos los fines de semana a una residencia de protección de niñas en Maipú. Junto a una amiga, desarrollaban actividades recreativas para las menores de edad que vivían ahí. “La conexión con esas niñitas fue impresionante”, recuerda. “Pintábamos con las manos, y al principio ellas solo usaban el color negro, pero a medida que fue pasando el tiempo, fueron incluyendo colores y terminaron pintando cuadros maravillosos. Lograron repararse y mirarse a sí mismas a través de la pintura”.

Una década después, las niñas ya no eran tan niñas; se habían transformado en adultas que egresaron del sistema sin las herramientas necesarias para una vida autónoma y autosuficiente. “Me fui dando cuenta de que en las residencias había cariño, protección, y abrigo, pero faltaba esa preparación para la vida independiente”.

Y aunque ahí empezó a rondar la idea de crear una fundación que se hiciera cargo de ese problema, no fue hasta que llegó la pandemia que Francisca se puso manos a la obra. “La pandemia fue como un ultimátum. Tenía que hacerlo ya”, recuerda.

Candelaria apoya

Con un objetivo claro en mente, Francisca renunció a su trabajo, comenzó a ir a charlas del Ministerio de Desarrollo Social, y a estudiar cómo en otros países enfrentan la realidad de los egresados del sistema. “Con mi experiencia en empresa e innovación, cómo no iba a tener la cabeza para innovar y hacer cosas distintas, esta vez para lograr una mejor vida para los jóvenes de Chile”, dice.

A principios de 2021, Candelaria Apoya –como Francisca llamó a la fundación– vio la luz. “Tenía que aportar un granito de arena para realmente cambiar la vida a estos niños y adolescentes, para que pudiesen reinsertarse y adaptarse a la sociedad”.

La iniciativa atiende a 33 niños y adolescentes de entre 16 a 24 años que van a egresar, o que ya lo hicieron, de los programas de Cuidado Alternativo del Servicio de Protección Especializada a la Niñez y la Adolescencia. A través de un programa, se les entrega apoyo educacional, laboral, una red de apoyo e incluso la búsqueda de un lugar para vivir, para que así puedan iniciar la vida adulta de una mejor manera. “Los ayudamos a pararse sobre sus dos pies y que vayan creando un plan de vida”, dice la fundadora. “Queremos que puedan tener habilidades sociales y que puedan renacer y pertenecer a la sociedad igual que los hijos de todos nosotros”.

Un tema país

Según detalla Francisca, todos los años egresan entre 1.300 y 1.500 niños de los hogares de protección, y aproximadamente 300 de ellos no tienen ninguna red de apoyo familiar ni estudios. “Ese es nuestro grupo objetivo”, detalla. “Me parte el alma saber que todos ellos quedan literalmente en la calle. Es un pecado país dejarlos sin ayuda. Es responsabilidad de todos”.

Por eso, uno de los objetivos de su fundación Candelaria Apoya es instaurar su modelo dentro de las políticas públicas. “En los niños está el futuro del país”, dice. “Hoy en día existen trabajos fáciles en la calle, y muchos de ellos pueden tomar esas oportunidades porque necesitan comer. Realmente hay que hacer algo. Es un tema país”.

Este año Mujer Impacta premió a Francisca por su noble trabajo en la causa de Primera Infancia y Jóvenes. “Cuando uno hace esto, no lo hace pensando en que va a recibir reconocimientos, la verdad es que uno da no más”, comenta y agrega: “pero es una emoción tremenda poder pertenecer a esta red de innovadoras sociales. Me he sorprendido con cada una de sus historias. Si más chilenos estuviésemos trabajando por estas causas, este sería otro país”.