“Yo pienso que hoy la sociedad no se da el tiempo ni la posibilidad de vivir una experiencia con una mujer vulnerada. Cuando nos abrimos la posibilidad de conocer a una mujer en esa situación, nos cambia la vida, es maravilloso”.
Estas fueron las palabras de Patricia Beltran, premio Mujer Impacta 2014 y fundadora de Betania Acoge, hoy en “Ciudadanas que impactan”, un bloque en el cual participa la directora de nuestra fundación, María Paz Tagle, todos los martes a las 11:00 en ADN Radio con los periodistas Aldo Schiappacasse y Sandra Zeballos.
En el programa, se contó la historia de Patricia, quien, durante 23 años como religiosa, se encontró con muchas personas que la marcaron. Hubo, sin embargo, un encuentro especial, cuando una mujer muy joven ejerciendo comercio sexual en una calle de Valparaíso se le acercó para pedirle un favor muy personal: le pidió a Patricia que le diera un abrazo.
Esta fue la semilla que dio vida a la Fundación Betania Acoge, y un cambio de vocación de Patricia. Hoy, ella trabaja con mujeres en situación de extrema vulnerabilidad en Valparaíso, ya sea porque ejercían comercio sexual, por estar en rehabilitación de drogadicción o alcoholismo o por ser víctimas de violencia intrafamiliar.
“En la congregación yo era como la Novicia Rebelde, disfruté, bailaba, pero no me sentía satisfecha. Sentía que podía hacer mucho más afuera que adentro”, afirmó Patricia. Tras la experiencia de encuentro y de abrazo, Patricia aseguró que su vida cambió totalmente. “Poder recibir y apoyar a estas mujeres ha sido el máximo de los regalos”, añadió.
Situación en Chile
Según la última encuesta Casen, en promedio las mujeres presentan una mayor tasa de pobreza por ingresos que los hombres (9% versus 8,2%).
Además, un tercio de las mujeres (32,8%) no reciben ingresos propios, mientras que en los hombres la cifra baja a un 12,9%.
Si se considera el total de personas sin remuneración, tres de cada cuatro son mujeres (74,8%), porque las razones que las mantienen fuera de la fuerza laboral las afectan casi exclusivamente a ellas: una de cada cinco mujeres no puede trabajar debido a obligaciones de cuidado o quehaceres domésticos, una realidad que en el mundo masculino se reduce a un 0,6%.
Ante estos datos, se ha debatido en los últimos años si existe o no en Chile una feminización de la pobreza, algo que aún no encuentra una respuesta específica.
Al respecto, Patricia afirmó que “efectivamente hay un tema súper complejo en el caso de las mujeres, sobre todo las que tienen más de dos o tres hijos”. “Es muy tremendo, porque son jefas de hogar, tienen que estar pendientes de todas las necesidades de sus hijos y además se sacrifican enormemente, por ejemplo, vendiendo ropa en la calle desde muy temprano en la mañana”, añadió.
Actualmente, la fundación trabaja con alrededor de 70 mujeres de 18 a 40 años y quienes tienen, en general, entre dos y cinco hijos. Patricia recalcó que no hay condiciones para ingresar a Betania Acoge e insistió en que “las chiquillas” llegan de manera espontánea.
“Tenemos líneas de trabajo con las cuales trabajamos con cada una según su propia realidad. Eso no tiene un tiempo específico: podemos tener a alguien por meses o por años. Ellas tienen acompañamiento personal, terapia, ayuda en servicios profesionales y de alguna manera le entregamos herramientas para que salgan de todo lo malo”, agregó.
Cuando ingresan a Betania Acoge, un equipo de profesionales se reúne con ellas y realiza lo que Patricia definió como “violentómetro”, para descubrir qué tipo de violencia le ha tocado a cada una vivir y a partir de ahí poder apoyarlas.
Patricia detalló que la fundación no cuenta con ningún apoyo a nivel estatal. “Pareciera que estas mujeres no tienen oportunidades hoy para poder apoyarlas”, insistió. Betania Acoge se financia a través de un grupo de amigos y colaboradores de algunas empresas y un sistema de socios en el que las personas se inscriben y mensualmente entregan un apoyo económico.
Una invitación
En contextos de alta vulnerabilidad, muchas mujeres optan por ejercer el comercio sexual. De acuerdo con organizaciones de Derechos Humanos, esta actividad no puede ser considerada una expresión de libertad sexual de la mujer, sino que tiene que ver con la violencia, la marginación, la dificultad económica y la cultura sexista y patriarcal.
Los derechos de ciudadanía universal que nuestra sociedad promueve están vedados para las mujeres prostituidas. El acceso a recursos económicos, culturales y sociales se ve mermado para este sector de la población, al formar parte de los circuitos informales de la economía.
Asimismo, otra manifestación de la extrema vulnerabilidad es el consumo de drogas o alcohol, que en las mujeres se manifiesta desde una perspectiva distinta. Algunos autores plantean que, en relación con los hombres, las mujeres con problemas de drogas tienen la tendencia a experimentar un estigma que es más estresante y más destructivo que el que sufren ellos.
Por situaciones como esta y como las vividas por las mujeres con quienes trabaja, Patricia realizó una invitación al final del programa: “Los invito a salir a las calles y conocer la riqueza que ellas poseen. Nos abren una situación para poder darnos cuentas que podemos hacer grandes cosas y ayudarlas”.
“Hace falta estirar la mano y decir te acojo, te recibo y te puedo ayudar”, concluyó.