Una sociedad desigual, o términos más modernos, patriarcal, es una de las grandes trabas con las que nos hemos topado las mujeres, todas… inclusive aquellas más ávidas de escalar hacia lo más alto de la montaña. 

Sin embargo, empoderadas y para nada frágiles, desde hace un buen tiempo hemos comenzado a trabajar en nuestro posicionamiento dentro de la sociedad y en diferentes ámbitos. Hemos logrado transformar el entorno y transformarnos, brillar más. Hemos dado lugar para que afloren fortalezas y oportunidades personales de cada una de nosotras que se encontraban oprimidas por una fuerza invisible. 

Son muchos los prejuicios que durante décadas invadieron nuestras mentes… mujeres carentes de liderazgos justificado por un temperamento altamente emocional e incapaces de congeniar nuestras vidas personales con la vida laboral… Que alejado esta esto de la realidad.

En Mujer Impacta ya son ocho años en que hemos entendido que esta concepción es totalmente errónea. Son ocho años buscando y encontrando a lo largo de todo el país decenas de mujeres que han demostrado no sólo una excelente capacidad de liderazgo, sino que ese liderazgo impacta socialmente en sus entornos cercano… a otras mujeres, pero también a hombre y niños… un liderazgo que impacta a la sociedad entera. Que transforma realidades.  

Una de las principales características identificada en el liderazgo femenino, radica en el hecho de que responde a una estructura de red, mucho más expansiva que el liderazgo masculino que tiende a vincularse con una estructura piramidal y jerárquica. 

Son muchos los estudios que demuestran como el liderazgo femenino buscar ser más colaborativo, carismática y empático. Cada una de estas líderes es percibida como un ejemplo de vida, un modelo a seguir dado que considera no sólo los objetivos del proyecto que lidera sino también las necesidades de cada colaborador. Inspira desde la práctica, acciona a la par, genera sensación de familia y logra transmitir su perspectiva de tal manera que las aspiraciones personales logran unificarse con los objetivos organizacionales. 

Aquel liderazgo que durante mucho tiempo hemos visto en grandes potencias nacionales e internacionales, ha quedado obsoleto. El modelo que se espera hoy es aquel que esta asociado principalmente a aquellos valores que solíamos considerar como “lo femenino”: colaboración, sensibilidad, entendimiento, empatía, entre otros. Esto coloca a las mujeres en un lugar preferencial, principalmente en estos momentos de crisis, en que los estados emocionales de las personas se ven severamente afectados y es necesario lograr comprender la situación particular de cada uno para realizar un acompañamiento efectivo que permita mantener la productividad de cada persona en particular. Son muchas las personas que no la están pasando bien, que se encuentran en situaciones económicas o familiares complejas, que temen por el porvenir, por su salud o la de familiares cercanos. Es clave en estos momentos un liderazgo femenino que entiende mejor que cada persona es la interacción de todas sus partes y no solo un ente productivo en términos laborales al que no le suceden más nada por fuera de esos límites… Imposible dejar de lado en estos momentos en que nos enfrentamos al teletrabajo, que uno de sus grandes “pero” es la pérdida de espacio personal dado que el trabajo se ha trasladado a nuestro lugar más intimo: nuestro hogar.

Según varios estudios realizados, los países que mejor han dado frente a la crisis sanitaria desatada por el COVID-19, han sido aquellos liderados por mujeres. Algunos casos para mencionar son el de Angela Merkel en Alemania o de Jacinda Ardern en Nueza Zelanda. Planes meticulosos, tomando como referencia estudios provenientes de otros países, modelos epistemológicos de distintos proveedores y adaptamos a la necesidad muy bien entendida de cada país y decisiones radicales (e igual de criticadas en una primera instancia) fueron la clave del éxito para salir adelante. 

En una nota del diario La Tercera en que fue entrevistada Carla Rojas, coordinadora de Inclusión y Género de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, nos explica que en momento de crisis, este tipo de liderazgo, que usualmente tiende a ser castigado por la cultura patriarcal, pasa a ser mayormenete valorado: “Esto lo hemos visto en crisis anteriores, como la de 2008, en la que las empresas lideradas por mujeres tuvieron objetivos más globales que finalmente buscaron colaborar no solo con el cumplimiento de metas, sino que con una respuesta más sostenible en el tiempo. A su vez, fueron menos propensas a incurrir en colusión, corrupción o entorpecimientos. Fueron capaces de cumplir objetivos de manera responsable y sostenible”, explica.

El liderazgo femenino, preocupado por otro, tiende a dejar de lado el ego personal, dejando las posibles desarticulaciones de los planes de acción de lado en pos de un bien público mayor. 

En otras palabras, podríamos decir que lo que más se ha visto en las líderes mujeres, cuyas gestiones han sido destacadas en los últimos meses, es su capacidad de empátia con otro, la toma de decisiones oportunas y la capacidad de asumir la situación e ir a la acción. Todo lo que necesitamos en esta época para salir de esta profunda crisis que muy distinta de nuestra sociedad, no ha discrminado a nadie, impactándonos a todos, por igual.