"Busco que no sólo Chile, sino toda la región, sea un foco potente de programación femenina".

Marisol Alarcón es una administradora pública que fundó Laboratoria en Chile, que entrega una carrera en tecnología a mujeres que no han tenido oportunidades de acceder a educación de calidad.

A la fecha, más de 3.300 mujeres han egresado de los cursos, que buscan luchar contra la baja participación femenina en la industria tecnológica, y por otro lado, la creencia de que se necesita un diploma universitario para agregar valor a la sociedad.

 

Mientras estudiaba un máster en administración pública en Columbia, Estados Unidos, Marisol conoció a seis personas clave para su futuro. Luego de haber trabajado en instituciones sociales, como Techo y en organizaciones de gobierno, como la Intendencia Metropolitana, nunca pensó que, en unos años, seis amigos serían los socios con los que formaría un emprendimiento tecnológico que revolucionaría Latinoamérica. 

“Cuando terminamos de estudiar, cada uno volvió a su casa y tres se fueron a Perú. Uno de ellos, desarrollador web, abrió una start-up, pero a la hora de buscar buenos desarrolladores se dio cuenta de que solo había hombres en esa área. Fue ahí cuando recordó los cursos intensivos de desarrollo y programación de Estados Unidos enfocados a mujeres y decidió hacer un cambio”.  

Él inició un programa piloto en Perú para validar dos hipótesis: la primera de ellas, si se pudiera enseñar a programar a mujeres que no han accedido a educación superior y secundaria, y la segunda, si es que el mercado las emplearía una vez terminado el curso. Ambas fueron positivas y ahí nació Laboratoria.

“El piloto se extendió a México y Chile, donde yo asumí como cabeza representante del proyecto. Instalar esto en nuestro país fue un tremendo desafío. Partir algo de cero es difícil y más aún cuando debes tener impacto social y lograr que los números cuadren a fin de mes”, relata Marisol con entusiasmo. 

Consideraron que para formar a mujeres jóvenes sin educación superior para insertarlas en el mundo digital, era necesario utilizar herramientas de fácil aprendizaje y que las motivaran a seguir aprendiendo.

“Encontramos que el desarrollo de maquetación de una página web era una muy buena opción para empezar, porque es fácil aprender y porque es el inicio del mundo de la programación. Puedes obtener resultados en el corto plazo en un área donde hay demanda laboral por parte de la industria y en la cual nuestras alumnas pueden partir con mejores sueldos que los que ganaban antes de entrar a Laboratoria. Se nos han abierto más puertas gracias a la inserción laboral de las primeras generaciones, sumado a que hoy existe una brecha de género en la industria tecnológica, lo que la hace menos diversa e inclusiva y, por ende, menos creativa”. 

Al inicio, Marisol dudaba si esta industria liderada por hombres se interesaría en contratar a sus alumnas. “Pero cuando hablas con ellos, te confiesan que no tienen muchas mujeres porque no las han encontrado. Además, es una industria que no discrimina por carreras y entrega oportunidades al talento. Por ejemplo: nuestra primera generación funcionaba en una sala con computadores prestados y siete de las nueve graduadas consiguieron empleo antes de terminar el curso”, afirma. 

Laboratoria ha mostrado resultados positivos y ha tenido una buena recepción en la industria.  Hoy impulsa que las personas desarrollen sus habilidades para trabajar en la era digital a través de un curso intensivo de programación y diseño de usuario de seis meses, y de asesorías corporativas y a personas, con talleres y coaching. 

El sueldo de las mujeres que salen del curso intensivo en Latinoamérica se triplica en comparación a lo que ganaban antes (en Chile es alrededor de 2,5 veces más).

A través de ese emprendimiento, Marisol ha quebrado el paradigma de la baja participación femenina en la industria tecnológica y la creencia errónea de que se necesita un diploma universitario para tener valor en la sociedad. Esto la ha llevado a crear nuevas instancias de empleabilidad en donde las empresas puedan ver en primera persona cómo se desenvuelven las egresadas de Laboratoria.

“Estoy convencida de que las mujeres pueden hacer lo que se propongan y busco que no sólo Chile, sino toda la región, sea un foco potente de programación femenina. Queremos escribir el capítulo latinoamericano de la programación. Y sé que lo lograremos”. 

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