El abandono y la soledad de los adultos mayores en Chile es una realidad que ha estado en el debate público, en particular, tras la exhibición del documental “El agente Topo”, de Maite Alberdi, nominado al Oscar 2021.

Recientemente, el director del Senama, Octavio Vergara, comentó que desde el año 2019 hasta mayo de 2021 se ha registrado un aumento del 50% de denuncias por abandono de personas mayores de 60 años. En 2020, el Senama recibió como servicio 428 casos de abandono social, lo que representa un incremento superior al 100% en comparación al año anterior (202 casos).

Ante ese difícil escenario, distintas organizaciones que trabajan con adultos mayores han hecho un llamado por visibilizar su situación y atajar su creciente abandono. Entre ellas, están las lideradas por mujeres reconocidas por la Fundación Mujer Impacta.

“La situación de los adultos mayores ha sido una preocupación de varias mujeres que hoy pertenecen a la Red Mujer Impacta. Para nosotros, esta es una temática fundamental, que debe estar en la palestra del país. Creemos que es urgente abrir los ojos de la sociedad ante esta difícil realidad, reconociendo y apoyando a aquellas personas, en particular mujeres, que se dedican diariamente a mejorar la calidad de vida de los adultos mayores”, comenta María Paz Tagle, directora de la fundación.

Elena Rada, Premio Mujer Impacta 2018 por su Fundación Humanitaria Cavirata comenta que desde el inicio de la cuarentena ese hogar para adultos mayores restringió las visitas y limitó las salidas a excepcionales casos de emergencia. En ese escenario, con el encierro, los adultos mayores “dejaron de compartir. Han sido tan perjudicados como los niños, les ha cambiado su habitualidad y el contacto con la comunidad”.

En la misma línea, en Fundación Amanoz -cuya fundadora Patricia Pupkin, fue reconocida por Mujer Impacta en 2017- han observado especialmente desde junio de 2020 hasta la fecha “un enorme deterioro en la salud mental de la población mayor en Chile. Los casos de depresión y ansiedad han crecido y los servicios asociados a salud mental no, lo cual constituye un nuevo desafío con la población de este rango etario”, afirma su directora Alejandra Valdés.

Agrega que la soledad de los adultos mayores no se origina exclusivamente en la pandemia, pero ésta la ha agudizado. “El enorme desafío no solo de nuestra fundación sino que también del país es la necesidad de un cambio cultural para integrar e incluir a las personas mayores en todos los ámbitos de desarrollo del ser humano aquí y ahora”. Añade que también existen muchas  necesidades materiales y de infraestructura: “hoy vemos formas de envejecer en solitario, con pocos o escasos recursos materiales (vivienda, ingresos, alimentación, etc.), además de las carencias afectivas y eso trae como consecuencia que las personas mayores estén más ocupadas en subsistir que en disfrutar esta etapa de la vida… ¡Hay mucho por hacer!”.

Por su parte Maite Zubía, Premio Mujer Impacta 2017 por su Fundación Expresa, que trabaja  con adultos mayores en situación de calle, plantea que hay dos grandes grupos: el sin techo y el con techo, pero afectados por la misma durísima realidad. “Ambos grupos conviven con el abandono, la invisibilidad, la precariedad y la soledad”, afirma.

“En tiempos de covid-19 la soledad, desde el aislamiento, se ha hecho aún más dura: el abandono se ha mezclado con el miedo. La muerte y la indefensión ante la enfermedad han aumentado”, agrega.

Maite Zubía destaca que hay “valientes trabajando día a día por ir en auxilio de todas esas dignidades heridas, pero infinitamente menos de lo que había antes. La situación es tremenda porque, aunque quisiéramos, estamos todos un poco de manos atadas. Los hogares no dan abasto, el presupuesto se achica, las pensiones no alcanzan, la narco-cultura amenaza… Es la última de las condiciones en la que quisiéramos ver a nuestros papás y mamás”.  

En ese sentido, hace hincapié en que existen muchas fundaciones, ONGs y grupos vecinales que “no se rinden ni se rendirán” ante esta problemática y que “la esperanza nace de la misma comunidad que se organiza y levanta”. Pero, concluye, “es un mundo inmenso y es crucial visibilizarlo”.