“Creé Fundación TACAL el año 1985 cuando había una alta cesantía en el país. Nosotros hablábamos de formar para el trabajo a personas con discapacidad e incluirlas en un empleo regular, con remuneración regular, sin comprender que la inclusión es dignidad. Nos tildaron de locos, soñadores, ilusos y tantos otros apelativos”, recuerda Andrea Zondek, máster en Integración de Personas con Discapacidad de la Universidad de Salamanca y terapeuta ocupacional de la Universidad de Chile. “Hoy con mucho orgullo, a pesar de las adversidades, podemos decir que más de 2.700 personas están trabajando gracias a la capacitación y proceso de inclusión laboral que hemos realizado en la fundación”, añade.
De acuerdo con el último Estudio Nacional de Discapacidad, de 2015, hay alrededor de 2,6 millones de personas con algún tipo de discapacidad en el país. Andrea Zondek considera que el trabajo realizado desde Fundación TACAL no solo fue pionero, sino que fue “rupturista en una época en que nadie pensaba que las personas con discapacidad podían incluirse en un trabajo no por caridad, sino que por sus competencias”.
Gracias a su labor, Andrea Zondek fue reconocida en 2014 por la Fundación Mujer Impacta. “La visibilidad que Mujer Impacta da a sus premiadas tiene una tremenda importancia porque pone en primer plano iniciativas positivas de cientos de mujeres que estamos poniendo un granito de arena para vivir en un Chile más humano. ¡Somos “arquitectas del cambio”!”, sostiene.
Hoy Fundación TACAL está ad portas de inaugurar una nueva sede que permitirá formar a mil personas con discapacidad cada año y continuar aportando al país una mirada inclusiva y sin prejuicios. Y en paralelo trabajamos en políticas públicas dando a conocer los resultados de una buena formación y capacitación, lo que contribuyó a que se formulara una ley de inclusión laboral que obliga a empresas de más de 100 trabajadores a tener en su plantilla a un 1% de personas con discapacidad contratadas. “Esto ha permitido que muchas personas con discapacidad hoy accedan a un empleo, pueden participar en igualdad de condiciones que las personas sin discapacidad; puedan armar su familia, etc.”, agrega.
Sin embargo, en su opinión, a Chile le falta mucho en inclusión. “En materia escolar estamos absolutamente al debe y no contamos con una legislación que permita que niños y niñas se eduquen en los establecimientos que deseen. Aún hay mucha discriminación y prejuicios que los excluyen de este derecho”, sostiene. Según cifras oficiales, una de cada dos personas con discapacidad termina la enseñanza básica, una de cada 10 la educación media y solo una de cada 20 ingresa a la educación superior. “Si contáramos con la garantía de que todos los niños y niñas con discapacidad pudieran ingresar al colegio, en un futuro no tan lejano la Ley de Inclusión Laboral dejaría de ser necesaria, porque el derecho a acceder al trabajo sería dado por sentado”, plantea.
Pese a todo, Andrea Zondek es optimista: “Aún tenemos mucho que hacer para ir eliminando los sesgos y prejuicios, pero no cabe duda alguna que estamos mucho mejor que hace diez años y que nacer hoy con una discapacidad es mucho más fácil que lo que era en aquel entonces”, concluye.