Durante su infancia Sandra siempre fue hiperquinética y comenzó a entrenar atletismo hasta que por una lesión se cambió a remo. Un amigo la desafió a hacer tiro al arco porque creía que ella no podría estar quieta. Sin embargo se equivocó y Sandra comenzó a ganar medallas. A partir de ahí, decidió dedicarse a tiempo completo a ese deporte con el fin de representar a Chile.

Desde que empezó a ir a los hospitales a entregar medallas, no paró. Se reunió con todos sus amigos deportistas y los convenció para que la acompañaran a realizar eventos en distintos centros de salud. Así nació “Deportistas por un Sueño”, que fue creada para ayudar a los niños con enfermedades crónicas, catastróficas y terminales dándoles un servicio funerario, vestimenta para el día de su fallecimiento, pensiones de gracia, vivienda, recreación, etc. Corría el año 2010 y Sandra decidió retirarse del deporte para dedicarse ciento por ciento a la fundación.

Cada uno de los 300 niños que ha visto partir tiene una historia personal con Sandra y sus familias se convirtieron en parte de la suya. Algunos de ellos murieron en sus propios brazos y por otros luchó incansablemente para conseguirles una operación. Ella recuerda en especial el caso de una niña a la cual no querían operar porque su madre no tenía vivienda ni una dirección fija. Tocó puertas desde la municipalidad al ministerio, hasta conseguir un hogar para la mujer. Fue muy tarde.

Pero Sandra no se detiene porque sabe que detrás de cada niño terminal hay una familia a la que quiere devolverle la dignidad. La llaman de todo Chile y están continuamente realizando actividades con futbolistas y músicos como Daddy Yankee para entregar las medallas a los niños. Es una mujer que tiene una firmeza y capacidad de decisión fuera de lo común.