La educación nos permite comprender mejor el mundo el que vivimos y qué ocurre a nuestro alrededor; nos interconecta; nos brinda un puente a diversas disciplinas; nos ayuda a entender cuáles han sido los avances de la humanidad y por qué hoy somos quienes somos… La educación, resume la Unesco, transforma la vida.

Y en esa materia hay buenas noticias: nunca antes tantas niñas tuvieron acceso a la enseñanza primaria y secundaria. Según un reciente informe de la Unesco, desde 1995, la tasa mundial de matrículas de niñas aumentó del 73% a 89% a nivel mundial.

En total, se han matriculado 180 millones de niñas más en los últimos 25 años y, en comparación con 1995, hoy hay el triple de mujeres matriculadas en las universidades en todo el mundo.

Al respecto, Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, afirmó que la educación “es la piedra angular de la igualdad”. Asimismo, advirtió que ante la crisis del covid-19, “debemos renovar nuestro compromiso con la educación de mujeres y niñas. El progreso en este campo repercute en varias generaciones, al igual que los retrocesos de este progreso”.

Esos avances se producen cuando la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (DPAB) cumple 25 años en 2020. La DPAB fue un compromiso histórico de 189 países para promover los derechos de las mujeres y niñas y uno de sus objetivos clave era lograr aumentar el acceso a la educación y la formación para mujeres y niñas.

La declaración fue la primera vez que la educación de las niñas se incorporó de forma concreta a los objetivos de desarrollo internacional. Desde entonces, la educación de niñas se ha convertido en un pilar de las organizaciones multilaterales, las ONG, las fundaciones privadas y los gobiernos.

Trabajos en Chile

En Chile contamos con miles de organizaciones que realizan trabajos vinculados con la educación y que, de manera directa o indirecta, posibilitan el acceso de las niñas a esta.

En Mujer Impacta, por ejemplo, está Anne Traub, premio de nuestra fundación en 2019, la mente detrás de la Fundación Niños Primero, que utiliza la educación para romper el ciclo de pobreza de familias de bajos recursos.

Ya Elizabeth Guzmán, premio 2016, desde el 2013 se desempeña como directora de la Escuela Rural Pullinque, donde ha trabajado la interculturalidad para que los estudiantes, en su mayoría de ascendencia mapuche, valoren sus raíces y tradiciones a través de la recuperación y conservación de los conocimientos de su pueblo originario.

Asimismo, Susana Navarro, premio 2013, logró, como directora de la Escuela Presbiteriana El Salvador, en Peñalolén, que su escuela fuese reconocida por el Ministerio de Educación como una de las 25 con menor acoso escolar dentro de 11.000 establecimientos educacionales del país.

Desafíos pendientes

Pese a los avances en los últimos 25 años, la Unesco ha puesto hincapié en algunos desafíos que siguen pendientes.

Entre ellos, que todos los profesores y consejeros escolares reciban una formación para evitar que los estereotipos negativos vinculados a las niñas y niños se extiendan a la enseñanza y a la elección de asignaturas por parte de las estudiantes.

También piden que los libros y currículos representen a los niños y a las niñas por igual, que se aliente a que un mayor número de mujeres ocupen puestos de liderazgo en los centros educativos y que todas las madres y padres jóvenes reciban apoyo para asistir a la escuela.